lunes, 4 de agosto de 2014

Psicología Perinatal en Aranjuez

A partir de Septiembre estaré en Aranjuez en un nuevo espacio de salud, crecimiento personal y atención a la maternidad: Eurekate.

Este centro, de reciente creación, está dirigido por Marta Vilches, coacher, terapeuta y formadora, que desde Alicante ha traído nuevos aires a Aranjuez transformando una antigua casa de pueblo en un lugar vivo donde puedes recibir tanto clases de yoga o pilates, hacer meditación, darte un baño en una piscina, pasar un fin de semana tranquilo, recibir un curso de técnicas de seducción, o celebrar la noche de San Juan. 

En septiembre entraré a formar parte del equipo de colaboradores del centro, con la apertura de una consulta de psicología perinatal. 

¿Qué es la Psicología Perinatal?

La psicología perinatal es la rama de la psicología que se ocupa de la investigación, el asesoramiento y el cuidado de los procesos psicoemocionales relacionados con el nacimiento y la maternidad: preconcepción, embarazo, parto, posparto y primer año de nacimiento. 

¿Qué cosas se atienden en una consulta de psicología perinatal?

   -Dificultades en la concepción, cuando no hay motivos médicos que lo justifiquen
   -Prevención y/o tratamiento de la ansiedad y el estrés durante el embarazo
   -Miedos relacionados con el embarazo, parto, posparto 
   -Acompañamiento en duelos por pérdida gestacional o perinatal
   -Parto traumático
   -Dificultades en la vinculación con el bebé
   -Depresión posparto
   -Aspectos psicológicos de la lactancia materna

   El cuidado del estado emocional de la mujer embarazada es necesario como medida preventiva para promover y proteger la salud de la futura madre y el bebé. 
Por este motivo, tanto en las consultas individuales y/o en pareja, como en grupos, las profesionales de psicología perinatal estamos ahí para asesorarte y atenderte en estos temas, y otros que pudieran surgir derivados de la experiencia de convertirte en madre-padre. 

Para que podáis crecer junto a vuestro bebé, disfrutando de la experiencia de la maternidad. Os recuerdo que en Madrid zona norte podéis encontrarme en Clyope.  

Ya os informaré de la jornada de puertas abiertas que se hará en septiembre para que podáis conocer Eurékate en Aranjuez. ¡Seréis bienvenid@s!




domingo, 3 de agosto de 2014

Mi perro me pide whatsapp


Y si no lo ha hecho todavía..., ¡lo hará! ¡ya veréis! ¡Es sólo cuestión de tiempo!. Como fue cuestión de tiempo que yo también lo tuviera.

Hasta hace dos días, no sólo no tenía descargada esta aplicación en mi móvil, sino que ni siquiera tenía conexión de internet en mi dispositivo. 

(Ahora no se llaman "teléfonos"..., se llaman "dispositivos")

Sí, yo era objetora consciente de la red en mi móvil. 

En su momento decidí desactivar esta opción en mi aparato. Poco después alguien me explicó que hacer esto se conoce como : "capar el móvil". 

Curioso, pero saber esto me permitió entender muchas cosas...: 
¡Claro! ¡Si tener o no conexión de internet en el móvil es también una cuestión de "pelotas", normal que todo el mundo lo tenga! 

Pero ahí he estado yo..., durante cuatro largos años, siendo objetora de la utilización de la red en la calle. 

A quienes se quejaban una y otra vez porque no podían comunicarse conmigo por esos medios: "lo siento, pero es que tengo una manía desde pequeña, y es que, no sólo me gusta mirar por donde voy, observar los pájaros, e incluso atreverme a mirar de vez en cuando las nubes, sino que es que también me gusta la gente". 

Me gusta, (o mejor dicho, me gustaba, porque ahora ya no es posible), observar las caras de las personas con las que me cruzo, capturar de vez en cuando alguna sonrisa perdida sin dueño que "por casualidad" acabo encontrándome, sonrojarme cuando una mirada masculina anónima me habla sin decir nada... 

Pero ahora esto ya no es posible. (Qué lástima)



Por todo esto, porque ya me basto y me sobro conmigo misma para dar la imagen de "bicho raro", porque ya estoy cansada de dar explicaciones a todo el mundo: "No!!, no tengo whatsapp por esto y esto..." y porque, sobre todo, me apetece volver a tener amig@s..., y dejar de ser invisible, desde hace unos días... , yo también tengo whatsapp.  

Sí..., invisible..., completamente invisible. 

No fui totalmente consciente de este fenómeno de "invisibilidad" (curioso el parecido con "imbecilidad") hasta un día que, haciendo el paseo habitual con mi perrita, tome conciencia de ello. Ya había tenido algunos síntomas de "mujer invisible" en otras ocasiones: yendo en el metro, en el cercanías, o incluso estando sentada en el parque... Pero no me esperaba sentir algo así mientras paseaba a mi perro. 

Fue hace poco, en una tarde en la que posiblemente yo debía estar más lúcida, o más sensible, o quizás simplemente, más sola. Mi perrita y yo hacíamos el recorrido habitual de todas las tardes, en unas calles cercanas a donde vivimos que suelen estar muy tranquilas. 
A una cierta distancia de donde estábamos nosotras apareció la primera pareja "dueño-perro". El otro animal, por supuesto, en seguida se dio cuenta de nuestra presencia, y desde donde estaba nos miraba fijamente, desafiante y utilizando todo su cuerpo para preguntar: "¿Quienes sois?". 

Mi perrita también parecía sentir curiosidad por lo que decidí acercarme poco a poco donde estaban. La dueña, a pesar de que su perro tiraba con tanta fuerza de la correa que hubiera podido arrastrala, parecía indiferente a lo que estaba pasando. 
Su mirada estaba fija en algo que tenía entre sus manos (claaaaaaroooo...), y cuando Kika (mi perrita) y yo estábamos casi a su altura, antes del inevitable "Hola!" (porque a mi me gusta saludar...), con cara de claro disgusto pegó un tirón de su pequeño amigo y lo llevó arrastrando sin decir nada en dirección contraria. Todo esto sin levantar ni siquiera la mirada del móvil. 
Mi perrita y yo nos quedamos planchadas. Los dos animales se lanzaban miradas suplicantes: "Quiero conocerte!!!!", pero fue imposible. 

Le hice una caricia a Kika ( y a mí misma) y le dije: "Ya vendrá otro amiguito". 

Minutos después, pocos metros más allá de donde estábamos, ocurrió exactamente lo mismo con otra pareja humano-can. 

Invisibles... Mi perrita y yo éramos invisibles... 

Es cierto que Kika sólo pesa tres kilos, y eso hace que en ocasiones, ni siquiera yo tenga claro si es un perro un ratón, pero yo..., no soy bajita, y por lo que os dije antes de ser un poco "bicho raro", suelo vestir con colores chillones y me permito el lujo de "no ir necesariamente a la moda", por lo que, es difícil no verme. 

Nada..., invisible...    



Hace años... (hace ya 15 años), teníamos otro perro. Era un Rotweiller, y a pesar de ser un animal de los considerados "raza peligrosa", todas las tardes disfrutábamos en el parque de los encuentros "con grupos de perros". Los animales se juntaban a jugar y los dueños aprovechábamos para hablar entre nosotros y conocernos. 
¡Era genial!. "Que si me perro no me come,..., que si me hace las cacas así o asá."  
Echo de menos aquellas "reuniones de perros". Allí hicimos amigos.  

Pero fue aquella tarde en la que nadie pareció querer que nos acercásemos, en la que ningún dueño de perro dejó que mi perrita y la suya hicieran "cosas de perros" (olerse el culo y eso). Aquella tarde en la que los comprobé que para mucha gente lo más importante es mantener la conversación que uno tiene con el whatsapp que levantar siquiera la mirada para intercambiar un saludo con alguien que se acerca con ánimo de relacionarse amigablemente. 

Fue aquella tarde en la que le dije a mi perrita: "Kika..., nos tenemos que hacer un whatsapp"

Yo ya lo tengo, desde hace pocos días, aunque he de decir que, salvo para jugar con mi hija, mandándonos caritas divertidas, no lo he utilizado aún. 

Poco a poco... ,a ver si por lo menos ahora, cuando mi perrita y yo nos encontramos a lo lejos con alguien, con quien a mí me apetezca intercambiar una mirada, o mi perrita un "lamido de oreja", le puedo mandar antes un whatsapp para que no salga corriendo, o nosotras seamos menos invisibles.   



Mientras tanto, trataré de no perder esa "manía" de subir la vista hacia las nubes de vez en cuando, buscar sonrisas cómplices y localizar miradas inquietas. 

Espero encontrarme algún día con la tuya.