miércoles, 15 de enero de 2014

Historias "a voces"...

Nada me gusta más que una buena historia...

Me encanta escucharlas, y (¿por qué no?) también me encanta contarlas.

En mi día a día trato de saborear cada instante, y aprender más de mí, y de los demás...

De aquí salen mis historias, que a partir de ahora compartiré con vosotr@s.

Ayer tuve una nueva sesión de canto. Sí, formo parte de un coro desde hace tres meses. Un coro aficionado, sin demasiadas pretensiones, llevado por una mujer genial, tremendamente generosa, que después de sus clases en el instituto, una vez por semana, dirige este coro. Ella se llama Teresa, y forma parte del grupo Aljibe.

Desde siempre me gustó cantar, aunque hasta ahora, nunca lo hice para mostrarlo a otras personas.

Al tratar de cantar junto con otras personas, es fascinante comprobar cuántas cosas se mueven por dentro al "dejar oír mi voz".

Durante mi formación como terapeuta bioenergético, he tenido ocasión de experimentar en mí misma, y observar en otras personas, lo que ocurre cuando alguien "deja oír su voz" por primera vez.

"¿Cuántas veces de niña me hicieron callar?"
"¿Cómo vivo mi voz?"
"¿mi voz me es útil?", "¿soy consciente de sus cambios?", "¿cómo vivo mi garganta?", "¿tengo faringitis con facilidad?", "¿dejo que mi voz se oiga normalmente...?"

Estas son algunas de las preguntas que nos podemos hacer.

La bioenergética es una de esas terapias corporales que utiliza la voz como herramienta importante de trabajo:

"Cómo sonido y sentimiento están ligados, hemos aprendido a controlar nuestra voz a fin de que no se vean nuestros sentimientos. Podemos hablar en un tono liso, carente de emocionalidad, que niega todo sentimiento, o bien podemos alzar la voz (volverla más aguda) para ocultar el hecho de que estamos "bajos". Esta regulación de la voz se ejerce en gran medida a través del control respiratorio. Si respiramos libre y plenamente, nuestra voz reflejará en modo natural lo que sentimos, si lo hacemos en forma superficial, nos quedamos sólo en aquel nivel de nuestros sentimientos donde podemos controlar con la conciencia la calidad de la expresión vocal."

Este texto pertenece al libro "El Gozo", de Alexander Lowen, creador de la terapia bioenergética.



Cuando se nos invita a "soltar la voz", frecuentemente conectamos con el miedo a "perder el control": "¿y si me pongo a gritar?", es un comentario frecuente.

Ayer tuve mi sesión semanal de canto, y disfruté enormemente de estar en un espacio donde me pedían que "dejase oír mi voz". Hoy siento mi garganta más abierta, mi voz la escucho más potente, y mi energía está más expresiva.

¡Por supuesto que voy a seguir cantando! ¿Os animáis vosotr@s? ¿Tenéis experiencias que queráis compartir acerca de la voz y el mundo de las emociones?

Vuestras historias son bienvenidas.


        

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