jueves, 6 de marzo de 2014

Yo soy mi cuerpo..., también en mis pies



Mírate los pies. Bien, deja de leer esta página y obsérvalos detenidamente. Si lo necesitas, coge un espejo y fíjate en los detalles. ¿Cómo son? ¿Qué forma tienen? ¿Cómo los sientes? ¿Tienen una estructura adecuada para que apoyes toda tu persona sobre ellos? ¿Los cuidas bien? ¿Qué les gusta?
Según William Schutz: “Los pies, psicológicamente hablando, son de vital importancia, porque representan el contacto con la realidad, el suelo y la gravedad. A nivel físico, un desequilibrio en los pies implica el desequilibrio de toda la estructura”. Los pies, la manera en que los apoyamos y utilizamos, su aspecto, indican la postura crónica, la acttud con que una persona se enfrenta a los retos de la vida. Curioso... ¿verdad? ¿Habías hecho alguna vez una reflexión similar?
Según Desmond Morris, le debemos mucho a nuestros pies, y deberíamos reverenciarlos como una de las partes más importantes de nuestra anatomía. Sin embargo, no lo hacemos. Abusamos de ellos hasta límites inconcebibles. Los obligamos a caminar sobre superficies duras y difíciles, ignoramos por completo su salud y bienestar, hasta que se ven obligados a enviar señales dolorosas que ya no podemos pasar por alto.
Cada uno de nosotros nos desarrollamos como una unidad, y los pies que creamos están íntimamente relacionados con el resto de nosotros mismos. En nuestro cuerpo-mente, como lo llama Ken Dytchtwald, todo está relacionado: arriba-abajo, dentro-fuera, derecha-izquierda, delante-detrás. La relación entre nuestro cuerpo y nuestro carácter es a estas alturas indiscutible, tal y como lo vienen mostrando todas las escuelas de psicología que utilizan el trabajo psico-corporal como herramienta principal para llegar a entender el fondo de los conflictos emocionales.
Desde ahí, y en el lenguaje cotidiano, aparecen frases hechas referidas a este hecho: alguien que está “con los pies en la tierra” sería alguien con un carácter estable, emocionalmente equilibrado,  que inspira confianza y serenidad. Por el contrario, alguien “con la cabeza volada”, sería también  alguien “con los pies a dos metros del suelo”... Creo que no necesita mucha más explicación.
Los pies y la cabeza relacionados... Arriba y abajo... Tomar conciencia de este hecho, respirarlo a fondo, prestar más atención a lo que nos dice de nosotros la manera en que nos apoyamos en nuestro suelo, y ver de que forma podemos cambiar, mejorar esto en el caso de que sea necesario, puede ser un ejercicio interesante a practicar en el camino de seguir re-conociéndonos.
Desde la mirada de la bioenergética, los pies son nuestra zona de intercambio de energía con la tierra. Desde la medicina china, el sano fluir y el equilibrio de nuestra energía son los responsables de nuestra salud.
Podemos seguir observando-sintiendo nuestros pies y hacerlo desde lo emocional, desde lo estético, desde la salud, lo simbólico, incluso lo erótico, os invito a que hagáis vuestras propias aportaciones...
Os invito a enriquecer vuestra expresividad corporal y emocional tomando hoy contacto con el suelo, con nuestro equilibrio, con nuestro apoyo físico y emocional.
Los movimientos que surgen con “los pies en la tierra”, son definitivamente más expresivos, más armoniosos, más bellos, comunican más eficazmente y transmiten energía.
Esto lo saben quiénes utilizan su voz como herramienta de trabajo: “Los agudos salen desde los pies, a partir del contacto con el suelo”. El día que escuché decir esto a una profesora de canto me llenó de sorpresa y fascinación. Pruébalo. Es cierto. Todo en el cuerpo está relacionado. Es maravilloso.
Quienes bailamos sabemos también lo fundamental que es tener conciencia del apoyo de tus pies sobre el suelo para dar mayor fuerza, expresividad y equilibrio a los movimientos.
El cuerpo-mente cotidiano, el que se levanta por las mañanas después de una noche de sueño reparador (o no…), el que utiliza los pies para “ir hacia”, o para “alejarse de”, nosotros, también podemos beneficiarnos enormemente de tratar con más atención esta parte de nuestro cuerpo.    
Sigue observando tus pies ahora..., pero hazlo con todo el amor posible. Merecen tu cariño y atención cuidadosa. Hablan de ti. Eres tú.
Hoy no “tienes pies”, hoy “eres tus pies”. Te invito a vivir el día de hoy desde ese sentir. Disfrútalo.           
Ejercicio para sentir y mejorar el apoyo con el suelo:
Necesitas una pelota de goma pequeña, aproximadamente del tamaño de un huevo. Colócate sobre tus pies, frente a una pared. Deja tus brazos relajados a ambos lados. Respira profundamente tres veces, para llevar tu atención hacia tu cuerpo, y date cuenta de cómo es el apoyo de tus pies en el suelo. Silencio y atención. ¿Cómo te sientes ahora apoyada sobre tus pies?
Coge ahora la pelota y déjala en el suelo. Apoya tus manos sobre la pared y pisa con uno de tus pies la pelota. Apretándola ligeramente, haz que la pelota se mueva bajo tu pie para masajear con firmeza toda la zona. Siente tu respiración acompañando lo que haces. Haz esto durante cinco minutos y después cambia al otro pie.
Cuando acabes, quédate en silencio sintiendo el apoyo de tus pies ahora. ¿Cómo lo sientes? ¿Ha cambiado algo? ¿Cómo es tu apoyo en este momento? ¿Te resulta agradable sentirte así?
Trata de no pensar demasiado, sólo déjate sentir. Saborea la experiencia y…
…Que tengas un buen día        

  

   

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