Mírate los pies. Bien, deja de leer
esta página y obsérvalos detenidamente. Si lo necesitas, coge un espejo y
fíjate en los detalles. ¿Cómo son? ¿Qué forma tienen? ¿Cómo los sientes?
¿Tienen una estructura adecuada para que apoyes toda tu persona sobre ellos?
¿Los cuidas bien? ¿Qué les gusta?
Según William Schutz: “Los pies,
psicológicamente hablando, son de vital importancia, porque representan el
contacto con la realidad, el suelo y la gravedad. A nivel físico, un
desequilibrio en los pies implica el desequilibrio de toda la estructura”. Los
pies, la manera en que los apoyamos y utilizamos, su aspecto, indican la
postura crónica, la acttud con que una persona se enfrenta a los retos de la
vida. Curioso... ¿verdad? ¿Habías hecho alguna vez una reflexión similar?
Según Desmond Morris, le debemos mucho
a nuestros pies, y deberíamos reverenciarlos como una de las partes más
importantes de nuestra anatomía. Sin embargo, no lo hacemos. Abusamos de ellos
hasta límites inconcebibles. Los obligamos a caminar sobre superficies duras y
difíciles, ignoramos por completo su salud y bienestar, hasta que se ven
obligados a enviar señales dolorosas que ya no podemos pasar por alto.
Cada uno de nosotros nos desarrollamos
como una unidad, y los pies que creamos están íntimamente relacionados con el
resto de nosotros mismos. En nuestro cuerpo-mente, como lo llama Ken
Dytchtwald, todo está relacionado: arriba-abajo, dentro-fuera,
derecha-izquierda, delante-detrás. La relación entre nuestro cuerpo y nuestro carácter
es a estas alturas indiscutible, tal y como lo vienen mostrando todas las
escuelas de psicología que utilizan el trabajo psico-corporal como herramienta
principal para llegar a entender el fondo de los conflictos emocionales.
Desde ahí, y en el lenguaje cotidiano,
aparecen frases hechas referidas a este hecho: alguien que está “con los pies
en la tierra” sería alguien con un carácter estable, emocionalmente
equilibrado, que inspira confianza y
serenidad. Por el contrario, alguien “con la cabeza volada”, sería también alguien “con los pies a dos metros del
suelo”... Creo que no necesita mucha más explicación.
Los pies y la cabeza relacionados...
Arriba y abajo... Tomar conciencia de este hecho, respirarlo a fondo, prestar
más atención a lo que nos dice de nosotros la manera en que nos apoyamos en
nuestro suelo, y ver de que forma podemos cambiar, mejorar esto en el caso de
que sea necesario, puede ser un ejercicio interesante a practicar en el camino
de seguir re-conociéndonos.
Desde la mirada de la bioenergética,
los pies son nuestra zona de intercambio de energía con la tierra. Desde la
medicina china, el sano fluir y el equilibrio de nuestra energía son los
responsables de nuestra salud.
Podemos seguir observando-sintiendo
nuestros pies y hacerlo desde lo emocional, desde lo estético, desde la salud,
lo simbólico, incluso lo erótico, os invito a que hagáis vuestras propias
aportaciones...
Os invito a enriquecer vuestra expresividad corporal y emocional
tomando hoy contacto con el suelo, con nuestro equilibrio, con nuestro apoyo
físico y emocional.
Los movimientos que surgen con “los
pies en la tierra”, son definitivamente más expresivos, más armoniosos, más
bellos, comunican más
eficazmente y transmiten energía.
Esto lo saben quiénes utilizan su voz como herramienta de trabajo:
“Los agudos salen desde los pies, a partir del contacto con el suelo”. El día
que escuché decir esto a una profesora de canto me llenó de sorpresa y
fascinación. Pruébalo. Es cierto. Todo en el cuerpo está relacionado. Es maravilloso.
Quienes bailamos sabemos también lo fundamental que es tener
conciencia del apoyo de tus pies sobre el suelo para dar mayor fuerza,
expresividad y equilibrio a los movimientos.
El cuerpo-mente cotidiano, el que se levanta por las mañanas después de
una noche de sueño reparador (o no…), el que utiliza los pies para “ir hacia”,
o para “alejarse de”, nosotros, también podemos beneficiarnos enormemente de tratar
con más atención esta parte de nuestro cuerpo.
Sigue observando tus pies ahora..., pero
hazlo con todo el amor posible. Merecen tu cariño y atención cuidadosa. Hablan
de ti. Eres tú.
Hoy no “tienes pies”, hoy “eres tus pies”. Te invito a vivir el día de
hoy desde ese sentir. Disfrútalo.
Ejercicio para sentir y mejorar el apoyo con el
suelo:
Necesitas una pelota de goma pequeña, aproximadamente del tamaño de un
huevo. Colócate sobre tus pies, frente a una pared. Deja tus brazos relajados a
ambos lados. Respira profundamente tres veces, para llevar tu atención hacia tu
cuerpo, y date cuenta de cómo es el apoyo de tus pies en el suelo. Silencio y
atención. ¿Cómo te sientes ahora apoyada sobre tus pies?
Coge ahora la pelota y déjala en el suelo. Apoya tus manos sobre la
pared y pisa con uno de tus pies la pelota. Apretándola ligeramente, haz que la
pelota se mueva bajo tu pie para masajear con firmeza toda la zona. Siente tu
respiración acompañando lo que haces. Haz esto durante cinco minutos y después
cambia al otro pie.
Cuando acabes, quédate en silencio sintiendo el apoyo de tus pies
ahora. ¿Cómo lo sientes? ¿Ha cambiado algo? ¿Cómo es tu apoyo en este momento?
¿Te resulta agradable sentirte así?
Trata de no pensar demasiado, sólo déjate sentir. Saborea la
experiencia y…
…Que tengas un buen día
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